Tu luz me ilumina
mientras veo tu rostro pleno
que se descubre tras el velo
que vuela con el viento...
Hay algo en la luna llena que me invade de nostalgia, alegría y ternura. Me gusta contarle mis sueños y creo que escucha mis silencios.
Cada vez que la veo aparecer le abro la ventana, la dejo pasar para que llene con su claridad las paredes de mi cuarto; es hermoso como envuelve todo con ese bello destello azul.
Las lámparas son innecesarias cuando la luna está plena. Disfruto viendo las sombras que se crean con los objetos que se atraviesan en su haz de luz.
Me gusta la luna llena porque la brisa nocturna tiene una sensación especial, el frío no cala, el calor no agobia.
La sombra en su centro toma formas llenas de historias y el cuarto menguante se dibuja en mi rostro, las noches dejan de sentirse vacías, los sueños son más claros.
Una sensación de tranquilidad me incita a tomar un respiro profundo sin quitar la vista de la gran esfera plateada y sin poder evitarlo la humedad contenida se desborda.
Me gusta la luna llena porque las lágrimas brillan un segundo, antes de morir en la almohada.
Me gusta la luna llena porque puedo contarle mis silencios y sé que escucha mis sueños.