Esperándote

No hay plazo que no se cumpla, ni fecha que no llegue.

En nueve días estarás en mis brazos, nueve días faltan solamente para conocerte, para ver esos ojitos que has cubierto celosamente en cada ultrasonido.

Aunque deseaba con todo mi corazón que tú eligieras el momento, jamás haré algo que te ponga en riesgo y si tiene que ser de esta manera lo acepto y pongo toda mi fe y mi confianza en que es lo mejor para ti.

Sí, extrañaré tus piecitos descansando en mis costillas y tu insaciable hambre nocturna, entre muchas cosas más pero nada será comparable a la sensación de tenerte entre mis brazos.

Ocho, el día 8, el número infinito; un viernes, un día que la gente anhela para relajarse y descansar. Ese día empezará mi trabajo más difícil pero sin duda más gratificante.

Mientras disfruto los días que quedan, te espero feliz... Viernes, 8 de julio.

Sin tiempo que perder



No puedo más lo tengo que soltar...

Si hay algo en esta vida que me haga rabiar (¡que me empute pues!), es que me cancelen o cambien los planes en el último momento.

Y no es porque sea yo la persona más solicitada de la ciudad -ni al caso- y entiendo también que hay situaciones imprevistas que quedan fuera de nuestro control. Reconozco que lo he hecho en ocasiones, precisamente por imprevistos urgentes y de verdad me aflige quedar mal con quien o quienes ya tenía una cita acordada. ¡Pero carajo, qué tan difícil es mantener un compromiso ya establecido si no hay un motivo de fuerza mayor que impida cumplir con lo acordado! Pretextos, excusas y vagas promesas salen sobrando. La decisión ya está tomada.

¿Se imaginan siquiera lo que representa ese cambio?

¿Soy muy metódica? Sí. ¿Inflexible? No lo creo. Más bien creo que es cuestión de respetar el tiempo de uno, de los demás, el tiempo de todos. MI TIEMPO, ese que decido dedicar a las personas que quiero, que me importan; gente con quienes quiero disfrutar un buen momento. Gente que he EXTRAÑADO por no poder verles tan seguido como quisiera, ya sea por cuestiones laborales, familiares y/o personales. Me parece incluso una de las peores faltas de respeto, una total indiferencia hacia mis actividades y también mis sentimientos.

Por desgracia -para mí- es algo que jamás podré controlar. ¡Qué feliz sería si pudiera tomar acciones cada vez que alguien me cancela o me cambia la cita! Algo así como un superpoder estilo X-Men o un hechizo muy a lo Harry Potter, pero no, lo único que puedo hacer, después del episodio de coraje, es re adaptar mi agenda y si es posible ajustarme a la nueva cita. Sin embargo, también llega a cansar tener que reajustarme a conveniencia de otros y dejar que hagan con mi tiempo lo que se les dé la gana. Tal vez algún día solo les responda como dice Rosana, "hoy pa' ti no estoy".

Lo bueno de todo es que siempre sé qué hacer con ese tiempo congelado y nunca falta la invitación inesperada a una nueva historia. Lo bueno también, es que aún tengo este espacio para desahogarme.

Definiendo...



«Amar es la confianza plena de que pase lo que pase vas a estar, no porque me debas nada, no con posesión egoísta, sino estar, en silenciosa compañía. Amar es saber que no te cambia el tiempo, ni las tempestades, ni mis inviernos. Amar es darte un lugar en mi corazón para que te quedes como padre, madre, hermano, hijo, amigo y saber que en el tuyo hay un lugar para mí. Dar amor no agota el amor, por el contrario, lo aumenta. La manera de devolver tanto amor, es abrir el corazón y dejarse amar».




...Gracias Principito.

Un café y un adiós



Esta mañana inició de forma inusual y lo digo porque no todos los días desayuno escuchando una discusión y viendo a una pareja romper por una escena de celos.

Simplemente se detuvieron, justo ahí, en el portón. No les importó o ni siquiera vieron la ventana abierta, no notaron mi presencia.

Ella reclamaba, él se defendía. -¿Por qué te le quedas viendo? -No estaba viendo nada. Muchos argumentos, la misma pregunta una y otra vez. -¡Estás inventando cosas! -¿Y si yo hiciera lo mismo? Nada pudo convencerla, nada pudo librarlo.

Tomaron caminos distintos después de varios gritos, mucha ira y demasiada frustración. Tan sólo recuerdo que él esperó un poco más viéndola alejarse. Me dolió su tristeza.

No conozco sus historias ni sus vidas ni creo volver a verlos alguna vez pero se fueron dejándome un recuerdo de cómo se derrumba el amor cuando no hay tolerancia y sí posesividad.

Quizás el amor se esfuma porque cuando lo tenemos, olvidamos que llegó para ponernos alas y nosotros insistimos en atarlo con cadenas.

Entre mujeres


Sólo una mujer comprende las razones de otra para guardar silencio. Sólo una mujer entendería porqué la otra calla y aguanta.

Sólo una mujer puede compartir con otra su pesar, para descubrir, lamentablemente, que no está sola.

Solamente una mujer puede secar las lágrimas de la otra y envolver en un abrazo el cuerpo cansado y adolorido por los golpes de la vida. Y en ese abrazo, darle la fuerza necesaria para seguir en pie.

Sólo una mujer entiende el sufrimiento de otra mujer.

Sobretodo cuando son madre e hija.