Un café y un adiós



Esta mañana inició de forma inusual y lo digo porque no todos los días desayuno escuchando una discusión y viendo a una pareja romper por una escena de celos.

Simplemente se detuvieron, justo ahí, en el portón. No les importó o ni siquiera vieron la ventana abierta, no notaron mi presencia.

Ella reclamaba, él se defendía. -¿Por qué te le quedas viendo? -No estaba viendo nada. Muchos argumentos, la misma pregunta una y otra vez. -¡Estás inventando cosas! -¿Y si yo hiciera lo mismo? Nada pudo convencerla, nada pudo librarlo.

Tomaron caminos distintos después de varios gritos, mucha ira y demasiada frustración. Tan sólo recuerdo que él esperó un poco más viéndola alejarse. Me dolió su tristeza.

No conozco sus historias ni sus vidas ni creo volver a verlos alguna vez pero se fueron dejándome un recuerdo de cómo se derrumba el amor cuando no hay tolerancia y sí posesividad.

Quizás el amor se esfuma porque cuando lo tenemos, olvidamos que llegó para ponernos alas y nosotros insistimos en atarlo con cadenas.